Freud frente a la preocupación de no convencer a sus seguidores en el asunto de la perversión y la sexualidad infantil, procura ampliar y clarificar al respecto; en ésta conferencia nota que todavía no hay una señal de admisión a lo sexual, a menos de que se hable de reproducción, un planteamiento que debió de rechazar por ser demasiado "mezquino" y desde esta concepción "sexualidad y reproducción no coinciden" y al igual que sucede en un paralelismo curioso de mencionar, en Freud conciente y psíquico tampoco coinciden, éstos dos no son lo mismo, "es más hay algo psíquico que no es conciente" (señala el autor).
Refiriéndonos a las perversiones sexuales, es todavía visto éste término en una perspectiva abominable y monstruosa, en la cual no hay más salida que analizarla desde una mirada crítica y rechazante, sin embargo, Freud describe a los perversos como ujetos que deben de: "pagar un alto precio por su satisfacción", ya que esa tan anhelada meta que dificilmente es posible de conseguir. Aunque es inevitable en el sentido vulgar utilizar la palabra "perversión", rara vez en una sexualidad normal faltarán rasgos perversos, un claro ejemplo es el beso, una actividad común donde sustituyen los genitales por sus labios (por zonas erógenas).
La sexualidad perversa está centrada hacia una meta (casi siempre única) y una pulsión parcial, y tanto ésta como la sexualidad normal han nacido de lo infantil. Para empezar, hay que aclarar que si bien lo sexual coincide con lo genital, no es la única manera para llegar a una actividad plenamente de éste tipo (sexual) y es allí mismo donde podemos situar al lactante en el tercer año de vida, empezando a estimular sus genitales (generando una masturbación infantil) y otras zonas, teniendo un cáracter perverso por no estar al descubierto todavía, la meta del coito.
Nuestro autor propone que mas o menos desde el sexto al octavo año de vida hay una especie de amnesia infantil, que da cuenta de un olvido o retroceso (una detención) en lo sexual al que denominó, periodo de latencia y en ese motivo de olvido se deben precisamente a los comienzos de la vida sexual. Aquel desarrollo sexual (al que denominó libidinal) no son sino construcciones, que se instauran antes del periodo de latencia a la cual llamó la fase pregenital, donde podemos observar la organización sádico-anal y refiréndonos a una fase más primitiva, la fase oral, aquel tiempo donde la boca desempeña un papel principal y se vuelve a organizar de manera permanente en la pubertad.
Así pues, el desarrollo sexual nos lleva a observar el vínculo con las pulsiones parciales. En la fase sádica-anal podemos ver claramente prácticas desbordadas hacia lo cruel, desde un apoderamiento del objeto de manera amoral y en una etapa aún más primitiva encontraremos el papel del primer objeto que corresponde a la fase oral, el pecho materno, que satisface la necesidad de alimentarse y posteriormente el infante, va recurriendo a su propio cuerpo y lo va reemplazando por su pulgar. Sin embargo, el pecho materno (la madre) es representado como el primer objeto de amor y es en ese sentido que ese objeto cargado de afecto se esclarece en el psicoanálisis tomando un tema importante a resaltar, el tan nombrado "Complejo de Edipo".
Este tema nos remonta a la saga griega del rey Edipo, condenado a matar a su padre y tomar por esposa a su madre. Esta mirada es una pieza inmoral y poco ética del hombre, en cuanto a que no es lógico cierto planteamiento que toma este mito; Siendo así, Freud señala que el espectador tiene como fin desenmascarar el sentimiento de amor hacia la madre y de culpa cuando te sientes responsable de estas emociones, cuya solución sería reprimirlas en el inconsciente (situación que es propia de los neuróticos).
Pero ¿Que tiene que ver el complejo de Edipo junto con el desarrollo libidinal del niño? en efecto, cuando nos sumergimos en la saga en comparacion al infante podemos ver como el niño quiere a la madre para él solo (por que responde a todas sus necesidades) y donde la presencia de un tercero, del padre, les molesta. Sin embargo va en doble vía, es decir, los padres tambien influyen en la actitud del niño en el Edipo: se dejan llevar por la atracción sexual. Es tambien pertinente hablar no solo del niño sino tambien de la niña misma, la relación planteada padre-hija es dada por una mejor actitud hacia al padre y al igual, la madre se ve como un obstáculo para acceder al padre. Si en tal caso se le suman más individuos en esta relación (hermanitos por ejemplo) se va creando lo que denomnó Frued como "Complejo Familiar".
En el complejo de Edipo es claro, que la primera relación del hombre es incestuosa y todos aquellos sentimientos de odio, amor y el deseo, juegan parte de los objetos iniciales (padre-madre) y se van a desempeñar más claramente en los neuróticos, en una visión retrospectiva de su pasado y es en ese descubrimiento que se va a dar el complejo de Edipo como el núcleo de la neurosis.
Con la aparición de otros objetos se pueden sustituir roles, por el principal deseo hacia sus padres y es allí que la prohibición del incesto encierra una verdad al no poder acceder a ese primer objeto. El Edipo tiene gran influencia en la pubertad, cuando la pulsión sexual está en su apogeo y los padres son embestidos libidinalmete, pero éstos deben estar alejados de la propia conciencia y para solucionarlo se debe de elegir a un objeto real y ajeno, ya que esta conducta está, entre lo correcto en lo social.
En este mismo sentido, toda una sexualidad normal ha recorrido ya no solo por la via de las perversiones, sino también por el desarrollo del complejo de Edipo y donde ésta, es inherente al ser humano, por tener una inevitable necesidad de vincularnos en la infancia a un otro y más, a esos primeros objetos que intervienen en la vida de un ser.